LA IMPORTANCIA DE UNA REPOSERA

En el patio trasero reposando con sus hojas manuscritas sobre una mesita de madera, haciendo malabares con un reloj en la rodilla, estaba mi padre siempre sonriente, Paulo de nombre, amando cada momento que destinaba a pasar en el patio de esta casa enorme heredada de mis abuelos; y digo enorme, porque tiene 8 habitaciones, una sala de té, la sala de porcelana, una cocina con baldosas negras y blancas, la biblioteca orgullo de mi abuelo Felipe y el patio… ese lugar donde mi padre, el escritor, siempre estaba a sus anchas, muchas veces creo que la mesita de madera y la reposera le quedaron grandes a ese enorme pedazo de tierra en medio del centro de París, lleno de palos de plátano, robles, esa variedad de hayas de Verzy y los castaños que le imprimen la sensación de senderos al desorden de la disposición de los árboles.

En estos últimos años había visto a Paulo particularmente inspirado con su escritura , este es el momento, este es el lugar, mira Juan: como Víctor Hugo nos sorprendió después de la revolución; veo a Julio ( Verne) haciendo escritos futuristas que serán un éxito… o tal vez no, pero París es el mejor lugar para ser escritor, sentenciaba cerrando un antiguo libro de cuero de cabra antilopada que le regalo mi abuela antes de morir y heredarle todas sus riquezas incluyendo la casa a su hijo único. Después del luto, dirigió su atención a escribir y escribir, dedicando horas a su patio, reposera y mesita de madera, y con mi Madre nos hicimos residentes permanentes de un palacete silencioso que se interrumpía solamente por el latir del viejo reloj de la sala de porcelana o por las carcajadas de mi padre cuando finaliza un libro, corriendo por el patio gritando ¡Eureka, Eureka¡, para entregar sus horas a la editorial de mi tío Romualdo. Contrario a mi padre, Romualdo era un avaro y molesto dueño de la editorial literaria de París, hermano menor de mi Madre, se valía de los excelentes libros que afloraban del patio de Paulo, para amasar su riqueza, pagando un cuarto de las regalías por ventas de los atardeceres en reposera y mesita de madera. Siempre me queje sobre esa relación comercial, pero Paulo reflexionaba sobre lo importante que era hacer bien su trabajo y que para el escribir era el mejor trabajo del mundo, mientras tuviera su reposera.

Por supuesto, esa tarde, nadie esperaba la visita del prefecto de París, el Barón Haussmann, que con notificación en mano nos dio la peor noticia. Este elegante emisario del emperador, solicitó la venta de los 8,400 metros cuadrados del patio posterior de la casa, con cifras que nunca alcanzarían el valor de un minuto de Paulo reposando en su metro cuadrado de escritura. Por eso, cuando accedió a desprenderse de su fuente de inspiración, me sorprendió que además de los fondos, le solicitará al Barón una oportunidad de trabajo para mí como arquitecto principiante en el plan de modificación de la ciudad de París que el mismo Haussmann dirigía y que era la razón para expropiarnos nuestro adorado patio. En efecto inicia mañana a las 9:00 am, preséntese en el palacio de la prefectura, culminó el Barón.

Recuerdo mi primer día en ese salón; militares, si muchos de la guardia imperial, granaderos, infantería, zapadores, con sus uniformes rojos y negros y sombreros de plumas que median entre 3 y 4 cabezas, todos hablando sobre cada pedazo de tierra de la ciudad, de cómo demoler viejas edificaciones, obligar a la los obreros y agricultores a vivir lejos de los Passy, Montmartre, Bercy, Vaugirard, suponiendo al viejo París como un lugar horrible para vivir si existía la mezcla de clases. En el momento que el riguroso Haussmann entró por la puerta de roble oscuro, el silencio se apoderó del centenar de personas que unos minutos antes soportaban con gritos sus ideas. Buenos días caballeros, como bien lo saben hoy tenemos que entregar al ministro del interior, el montaje de financiamiento de todas las obras pendientes, por lo que necesito el valor de los jardines de Deschamps y la iglesia de la Trinidad para antes de las 11 am…¡calculen entonces¡.- No solo nadie calcula, si no que nadie respira, todos están dirigiendo su mirada al Barón , que con un gesto me invita a pasar a su despacho privado mientras camina a través de una puerta lateral.

Haussman mirando un gran Mapa de París enmarcado en caoba de América y casi sin voltearse me explica durante una hora su visión sobre los cambios en la ciudad más importante de Europa y me pregunta cuál es mi opinión sobre su plan de modernización de París, Se honesto, me advirtió; y yo con el resiente recuerdo de la expropiación de nuestro patio, desenfunde: creo que Usted es un excelente financiero, se da a respetar y es digno profesional de la prefectura, pero al mismo tiempo no deja de ser un servil empleado del emperador; me dice, que sus bulevares serán los más amplios y hermosos del mundo, más que Londres, más que Viena, sin embargo su verdadera motivación es poder colocar cañones de todos los militares que están en el salón de al lado, para eliminar las barricadas de los revolucionarios, que en las calles actuales abanderaron hace menos de 100 años, la Libertad, Igualdad y Fraternidad . Se dice preparar a la ciudad para evitar las pestes, con la distribución de las residencias, pero los mejores lotes se los dejan a sus amigos bancarios…¡Eh, Eh, Eh! me interrumpe, dije que seas honesto pero no temerario, ven conmigo al salón de Deschamps. Soy el primero en entrar a un espacio con toda la maqueta de París… del Nuevo París y contrariamente al primer salón en este hay un centenar de personas pero: arquitectos, ingenieros, jardineros y escultores, todos ellos animados y motivados, en una atmósfera diferente, Me gusta llamar a este lugar el Salón de la Inspiración y de aquí salen las ideas para el salón de los oficios que fue el que te recibió temprano en la mañana. Mientras me explicaba como al final de cada boulevard habría siempre una obra de arte, como los edificios se volverían en iconos de una ciudad futurista, como la Ópera Garnier sería el edificio más bello del mundo, los parques serían tan grandes que te podrías perder en ellos, advirtió sobre lo importante de hacer bien el trabajo… y además tener reposera, finalice yo.

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