Pensamientos Random 2020

Yo pensaba que a mi edad ya tendría todo descifrado, que no me estaría preocupando por las mismas cosas que me preocupaba hace 5, 10, 15 años, que aceptaría mi cuerpo, que sería extrovertida, que tantas cosas.

Parte de todo esto viene de mi deseo de validación externa: Me preguntaba ¿Por qué nadie quiere tenerme de amiga? ¿Por qué siempre termino andado sola o siendo la última que escogen? Mi deseo de pertenecer a algo que no fuera yo era más grande. Mi preocupación por encontrar un grupo que me aceptara y me incluyera.

Pensé que a los 30 ya yo no iba a gastar un minuto más en eso. Resulta que uno sigue y sigue con esas ideas a menos que las enfrente.

Estaba leyendo sobre las 5 heridas del alma y me identifiqué con la herida del rechazo, obviamente no todos los rechazos vienen de la misma raíz, pero algo que siempre me he concentrado es en pensar que quedo fuera de todo, especialmente de las convenciones sociales. Y la máscara para los que tienen la herida del rechazo es huir y retraerse. De repente todo empieza a tener sentido; claro mi forma de ser tan reservada y ensimismada es mi mecanismo de defensa ante el rechazo. Cuando algo no me gusta me alejo, no lo confronto. Prefiero dejar en claro que algo me molesta o me enoja al no decirlo, porque para mi la ausencia es mi forma de expresarlo.

Últimamente me he cuestionado el rol que tengo en mis relaciones interpersonales y me doy cuenta que invierto más en la gente y le doy más de mi tiempo y de mi escucha activa que lo que me doy a mi misma. Tengo esta niña, Katherine de 8 años sentada en el banquillo esperando que alguien la vea. Me rechazo a mi misma. Prefiero escuchar a los demás, darles mi atención, quererlos, tomar café con ellos aunque tenga que desplazarme a un lugar lejos de mi casa. Era o es mi forma de no hacer sentir a nadie rechazado.

Detesto tanto la idea de rechazo, que hago todo lo posible porque nadie “pase lo que yo pasé”. Claro mi idea del rechazo viene de MI. La mente es poderosa y cada día he alimentado esa idea que llego a creerla y a — de una forma — victimizarme ella. Me victimizo pensando que no soy lo suficiente, que a nadie le importo, que nadie me quiere, que yo soy la única que da en la relación (y por relación me refiero a algo más que relación de pareja: amigos, trabajo, familia, etc.)

Me victimizo alejándome y siendo distante, porque es mi manera de hablar. Porque en vez de decir “esto me hizo enojar” prefiero evitar poner a las otras personas en situaciones incomodas. “Nah, ¿para qué decirles eso, para qué arruinarles la tarde?” Y sin embargo yo estoy constantemente metiendo carbón a mi mente, pensando que la solución es seguir siendo reservada o distante o un enigma para los demás.

Esta semana me desgasté pensando en todos excepto en mí, tuve dolor de cabeza, derrame ocular por tercera vez en 3 meses, estrés, lloré, sé que cargué a las dos personas que en este momento les cuento de esto con mis emociones, porque al compartir lo que pienso tiro ese veneno a los demás y que ellos lo absorban y que vean como hacen con eso.

Por eso digo que pensaba que a los 30s ya no estaría pensando en esto, ya no estaría sintiendo que la gente pasa el tiempo conmigo porque no tuvieron algo mejor que hacer. Honestamente es cansado tener esa voz en el fondo de la cabeza diciendo “No sos suficiente”.

LÍMITES. Entiendo los limites y se los aconsejo a los demás pero yo no los hago hacia mi misma. Yo no me pongo de primero. Yo no tomo en cuenta lo que yo quiero. LÍMITES. Quiero poner limites, quiero tener el poder de sentirme cómoda diciendo no. Un no a secas, solo no.

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